Los invitamos a leer estos hermosos cuentos creados por nuestros profesores y estudiantes .
NOSTALGIA DE UNAS RICAS HUMITAS
Cada vez que preparo humitas recuerdo un hermoso día de verano junto a mis pequeños sobrinos al lado mío diciéndome ¿Tíaaa te puedo ayudarrrr?, por lo que a cada uno se le asignaba una tarea. Mientras preparábamos las humitas cantábamos …”a trabajar, a trabajar, iaa iaa ooo trabajas tú, trabajo yo, iaaa iaaa ooo”… Entonces, uno sacaba las hojitas, otra limpiaba los choclos y el más pequeño decía -¡mira tía tengo mucha fuerza, mira mis músculos!- mientras trataba de dar vuelta el molino. Armar las humitas era toda una fiesta, pero aún más cuando íbamos a comer. Ahora mis sobrinos ya están grandes, extraño esos momentos y cómo a través de algo tan cotidiano como cocinar, nos divertíamos tanto, pero son bellos recuerdos que vienen a mi mente, cada vez que me como una deliciosa humita.
Profesora Bárbara Mardones
ENCUENTRO CUCAUANO
Entre la risa cristalina del Tenorio y el aroma a bosque, dejamos caer los choros, cholgas y almejas que golpeaban como piedras el metal tiznado del viejo perol. La guitarra del negro no dejaba de cantar guarachas y el gorro chilote mientras unas manos amigas ponían el pollo y las costillas ahumadas de un cerdo. De pronto el horizonte dibujó unos nubarrones: la señal para echar las papas y los capis de haba. Como un chucao, delicada y ágil, la Mirta apareció con la chuica de pipeño para enjundiar ese pulma y con que cada año despedíamos el verano con las pupilas repletas de esperanza … de otro enero bien lluviados.
Profesor César Bascuñán
HOY QUIERO HABLAR DE HERENCIAS Y DE AMORES.
Hoy cierro los ojos y me transporto a la infancia ya lejana. Lento me dejo atrapar por el sonido de unos huesos hirviendo en una olla, allá en la vieja cocina de la magia. Hoy anhelo sentir el aroma del orégano, la cebolla y el pimentón bañándose deleitosos en ese caldo primigenio. Oigo el huevo derramarse perfecto entre las papas. Hoy quisiera ver las manos dulces de mi madre amasando las pantrucas que coronarían ese manjar con que me esperaba al llegar de la escuela en las tardes grises del invierno.
Hoy quisiera verte y besar tus manos, madre querida.
Profesor César Bascuñán
LAS EMPANADAS DE MI ABUELA
Siempre para el 18 de Septiembre mis recuerdos se van directo a las empanadas de pino que mi abuela hacía en un tarro en el patio de su casa, en Curacaví, era un tarro todo roto, ponía brasas en el suelo, sobre estas el tarro que tenía una lata soldada en el medio, ahí colocaba las empanadas ( que eran horribles, esa es la verdad), y arriba del tarro ponía otra lata con más brasas, las empanadas que salían de ese tarro eran lo mejor de la vida, aparte tenían ese sabor especial de campo, feas, pero con mucho amor.
Profesor Pablo Delgado
EL CHARQUICÁN DE LA ABUELA
Ella está pelando las verduras y tratando de no llorar con la cebolla, cuando hace el sofrito yo cuchareo un poquito, me mira y no dice nada, cuando ya están cocidas las verduras siempre me pide que le ayude, porque ella ya no tiene fuerza, siempre le voy a colar el agua y me dice “acuérdate de dejarme un conchito cabra lesa”, con una botella de vidrio le muelo un poco, le hecha el sofrito y una pizca de cariño, cuando nos sentamos a la mesa y prueboel charquicán, lloro y le digo “pucha que te quiero viejita linda”
Vaitire Álvarez 4°C
TRADICIÓN CON NOSTALGIA.
Para llegar a casa después de clases y en invierno era toda una travesía, llego después de una hora y treinta minutos de viaje, toda mojada. Al abrir la puerta de mi casa siento ese calor de estufa prendida con olor a cáscara de naranja, inmediatamente sé que mi madre había llegado antes. Y ahí estaba mi viejita amasando las sopaipillas que comeríamos para la once, “anda a cambiarte de ropa para que me ayudes a freír, además le tengo que hacer sopaipillas pasadas a tu papi”. Con cara de enojo me dirijo a mi dormitorio, me cambio de ropa y molesta me dispongo a ayudarla, los años pasaron y aún nos sigue esperando, la diferencia…..ahora llego de invitada a la once.
Profesora Valeria Castillo
EL ASADO.
Es maravilloso como el carbón comienza a cambiar de color con las llamas, ese olor a ahumado que invade al grupo de personas que con una buena copa de vino rodea y esperan ansiosos que salga el primer trozo de carne, trozo que se demora más en cortar, que en comer. Esa combinación de una marraqueta caliente con pebre o esas papas con mantequilla.
El asado, responsable de millones encuentros y también de despedidas, de borracheras, de desahogos, de baile, de risas, de llantos, de amores, desamores, de fútbol.
El asado.
Directora Subrogante Natalia Acuña M.